Estamos en una encrucijada crítica para el futuro de la pesca en Costa Rica, y la preocupación se cierne sobre el programa Desarrollo Sostenible de la Pesca y Acuicultura  del Instituto Costarricense de Pesca y Acuicultura (Incopesca). Este programa, financiado con un préstamo de 75,1 millones de dólares del Banco Mundial, tiene como objetivo mejorar las pesquerías prioritarias del país e incrementar las oportunidades económicas para las comunidades pesqueras en Costa Rica. Aunque se vislumbraba como una oportunidad sin precedentes para transformar al sector pesquero, el proyecto parece haberse estancado. Como país estamos desaprovechando el potencial de una inversión histórica, que tiene la posibilidad de enrumbar la pesca hacia la sostenibilidad, mejorando la calidad de vida de los habitantes de la costa.

Sin embargo, las recientes revelaciones de la Contraloría General de la República (CGR) señalan un incumplimiento de los estándares de gestión financiera por parte del Incopesca. Es difícil no sentirse decepcionado al conocer que los recursos destinados a este proyecto no se están utilizando de manera efectiva.

La CGR destaca que Incopesca no ha logrado ejecutar los recursos asignados al Programa 3 Desarrollo Sostenible de la Pesca y Acuicultura, manteniendo incluso recursos ociosos desde el 2022. ¿Cómo es posible que una inversión de 75,1 millones de dólares esté paralizada? Según la CGR el país ha incurrido en comisiones, intereses u otros cargos por 604,3 millones de colones al 31 de agosto de 2023, por casi dos años sin ejecutar los recursos. ¿Cómo es posible que nadie note que se están afectando directamente a los pescadores, que esperaban ver mejoras tangibles en sus vidas y en el sector con este crédito?

Recientemente el presidente ejecutivo del Incopesca, Heiner Méndez Barrientos, compareció ante la Comisión de Asuntos Internacionales de la Asamblea Legislativa para apoyar la aprobación del protocolo de enmienda del acuerdo de Marrakech sobre subvenciones a la pesca. En esa audiencia el Sr. Méndez apuntó que:

la investigación necesariamente, es el aliado estratégico para combatir los temas de pesca ilegal y sobre explotación, en este país no podemos hablar de desarrollo sostenible, en materia de pesca, si no tenemos investigación.”

No podría estar más de acuerdo con el Sr. Méndez.

Sin embargo, no existe claridad en cuanto al avance de los estudios científicos del proyecto que apoya el Banco Mundial. En el anexo XIII del estudio de prefactibilidad denominado Investigaciones científicas para el manejo de los recursos pesqueros y acuícolas del Programa Desarrollo Sostenible de la Pesca y Acuicultura, el Incopesca propone hacer estudios de las especies principales de las pesquerías del país.

Por ejemplo, se proponen un estudio de corvinas y pargos para pescadores artesanales, investigación de róbalos para pescadores del Caribe noreste o estimaciones sobre dorados, atunes y tiburones para pescadores comerciales de palangre. Es muy desconcertante que “especies estratégicas”, como el atún, designado como tal por la Asamblea Legislativa, no esté recibiendo la atención necesaria. Este recurso es clave no solo para el sector pesquero sino también para el turismo, y su desatención es un golpe a la visión a largo plazo de un sector pesquero próspero y sostenible.

Los principales interesados en el éxito de este proyecto deberían ser los propios pescadores, quienes, lamentablemente, parecen no estar tomando decisiones clave en este proceso. Es hora de cuestionar por qué los beneficiarios directos de este proyecto no están participando activamente y por qué las voces de aquellos que dependen de la pesca no están siendo escuchadas. Otro ejemplo de esto es que ninguna de las investigaciones está dirigida para beneficiar al sector de pesca turística y deportiva.

La pesca sostenible no solo es una necesidad ambiental, sino también una cuestión de equidad y justicia social. El proyecto ofrece una oportunidad única para fortalecer la gobernanza y la administración de los recursos pesqueros, así como para invertir en cadenas de valor pesqueras sostenibles. Pero, ¿qué sentido tiene tener un plan ambicioso si no se ejecuta de manera efectiva y si los recursos no se asignan de manera estratégica?

Las pesquerías merecen una atención real y una participación significativa en la toma de decisiones. En este punto crítico, insto a las autoridades y a la sociedad civil a no dejar que este proyecto caiga en el olvido. La pesca sostenible puede ser una realidad en Costa Rica, pero requerirá más que un programa, necesitará un compromiso real, una gestión eficiente y la inclusión activa de aquellos que dependen del mar para sobrevivir. La oportunidad está frente a nosotros; no permitamos que se escape entre las redes de la burocracia y de la ineficiencia.